¡Gracias por invitarme! Por anticipado, les pido disculpas por mi pobre español. Jamás he intentado hablar públicamente en español, por lo que ruego su indulgencia.
Estoy muy contento de estar en Guadalajara, misma ciudad que mi suegro me explicó, alguna vez fue llamada despectivamente “Pueblo Bicicletero”; pero hoy ese mismo distintivo indica una ciudad mucho más adelantada que atrasada. El ciclismo está disfrutando un nuevo Renacimiento alrededor del mundo. Mi amigo Ted White hizo un corto documental sobre el resurgimiento del ciclismo y le llamó “El Regreso de la Quemadora” (The Return of the Scorcher), un nombre que se le daba a las bicicletas a finales del Siglo Diecinueve porque iban tan rápido que quemaban las calles, de ahà que se le llamó la “quemadora”.
Al reunirnos para discutir ciclismo urbano, es útil recordar que habÃa bicicleteadas en masa de miles de personas en muchas ciudades, incluyendo San Francisco dónde vivo, en los mil ochocientos noventas. En esos dÃas, los ciclistas pertenecÃan a varios clubes y asociaciones, y cuando en julio de mil ochocientos noventa y seis (antes de la invención del automóvil privado) rodaron ocho mil fuertes, los ciclistas tenÃan una demanda: ¡asfalto y Buenas Calles! Quien hubiera imaginado que después los ciclistas serian desplazados de esas mismas calles? ¡A veces obtienes lo que pides pero no resulta exactamente como lo planeaste!
Aun más obscuro en la temprana historia del ciclismo está el papel que jugó esa nueva invención, el tubo o la llanta de hule. Hoy en dÃa, el hule se hace del petróleo, pero a fines del Siglo Diecinueve solamente se obtenÃa mediante la extracción de los árboles de hule en la Amazona o en el Congo. El Rey Leopoldo Segundo de Bélgica tomó control personal del Congo durante esa era imperialista y usó a su ejército para explotar brutalmente a los Congoleños. Eran obligados a extraer cientos de kilos de hule crudo cada pocas semanas, bajo amenaza de ver a sus familias torturadas y asesinadas o perder una extremidad corporal en castigo. Más de un millón de gentes murieron durante este holocausto olvidado, mientras que millones más fueron mutiladas. ¿Qué impulsó esta locura? La creciente demanda de hule en Europa y Estados Unidos de América. ¿Y que impulsó la demanda de hule en los mil ochocientos ochentas y mil ochocientos noventas? ¡Entre otras cosas, la bicicleta! Asà que no podemos olvidar que la bicicleta también es un aparato industrial y tiene su propia obscura historia como la mayorÃa de los aspectos del mundo moderno.
En nuestras modernas ciudades, ahorcadas por automóviles, nosotros los ciclistas somos nuevamente el vehÃculo más rápido sobre la calle. En lo personal, llevó andando mi bici casi cada dÃa desde hace treinta años. Viviendo en San Francisco, con sus famosos cerros y neblina enfriadora, me volvà un experto en utilizar el terreno a mi ventaja. Uno de los placeres escondidos del ciclismo urbano es cómo te revela los secretos olvidados bajo el pavimento. Cuando estás rodando cuesta abajo, te estás aproximando a aluviones históricos que pre-datan la urbanización. Cuando estás pedaleando cuesta arriba, estás dejando atrás aquellos riachuelos y arroyos. En San Francisco el ciclista intrépido de los mil novecientos ochentas–pionero para los muchos miles que empezaron a pedalear desde entonces–estableció muchas de las rutas que ahora son comúnmente utilizadas para evitar subidas empinadas. Un famoso camino se llama The Wiggle o El Meneo por la forma en que vamos meneando por un antiguo caudal, evitando las escaladas empinadas para andar de un barrio a otro mucho más elevado.
En aquellos años pasados, el ciclismo era una experiencia mayoritariamente solitaria. Uno podÃa andar por muchas cuadras y ver a uno o dos otros ciclistas. Hoy es común encontrar diez a veinte ciclistas amontonados en cada luz roja sobre Market Street, la calle principal de la ciudad. Algunos barrios tienen tanta gente sobre bicicletas que ahora nos empezamos a preocupar de colisiones bicicleta contra bicicleta en las intersecciones.
¿Cómo se convirtió San Francisco en tal capital del ciclismo? ¿Cómo ha logrado convertirse en un pueblo bicicletero? Considerando sus montes altos y clima ventoso, a primera vista, no es una ubicación obvia para el ciclismo urbano intenso. Pero algunas docenas de nosotros lentamente avanzamos la causa, principalmente ejercitando nuestro derecho a la calle por medio del ciclismo diario. A finales de los ochenta, los mensajeros sobre bici se convirtieron en una subcultura de la clase trabajadora de la ciudad. Se estilizaron como rebeldes y proscritos y claramente rechazaban vidas laborales “normales” a favor de la relativa libertad de las calles de la ciudad. Los mensajeros fueron una población visible de ciclistas diarios que ofrecÃan una alternativa a los ciclistas cubiertos de spandex y equipo caro y a los ciclistas de carrera, quienes representaban al ciclismo como algo solo para nerds o consumidores adinerados de ciclismo chic.