¡Gracias por invitarme! Por anticipado, les pido disculpas por mi pobre español. Jamás he intentado hablar públicamente en español, por lo que ruego su indulgencia.
Estoy muy contento de estar en Guadalajara, misma ciudad que mi suegro me explicó, alguna vez fue llamada despectivamente “Pueblo Bicicletero”; pero hoy ese mismo distintivo indica una ciudad mucho más adelantada que atrasada. El ciclismo está disfrutando un nuevo Renacimiento alrededor del mundo. Mi amigo Ted White hizo un corto documental sobre el resurgimiento del ciclismo y le llamó “El Regreso de la Quemadora” (The Return of the Scorcher), un nombre que se le daba a las bicicletas a finales del Siglo Diecinueve porque iban tan rápido que quemaban las calles, de ahà que se le llamó la “quemadora”.
Al reunirnos para discutir ciclismo urbano, es útil recordar que habÃa bicicleteadas en masa de miles de personas en muchas ciudades, incluyendo San Francisco dónde vivo, en los mil ochocientos noventas. En esos dÃas, los ciclistas pertenecÃan a varios clubes y asociaciones, y cuando en julio de mil ochocientos noventa y seis (antes de la invención del automóvil privado) rodaron ocho mil fuertes, los ciclistas tenÃan una demanda: ¡asfalto y Buenas Calles! Quien hubiera imaginado que después los ciclistas serian desplazados de esas mismas calles? ¡A veces obtienes lo que pides pero no resulta exactamente como lo planeaste!
Aun más obscuro en la temprana historia del ciclismo está el papel que jugó esa nueva invención, el tubo o la llanta de hule. Hoy en dÃa, el hule se hace del petróleo, pero a fines del Siglo Diecinueve solamente se obtenÃa mediante la extracción de los árboles de hule en la Amazona o en el Congo. El Rey Leopoldo Segundo de Bélgica tomó control personal del Congo durante esa era imperialista y usó a su ejército para explotar brutalmente a los Congoleños. Eran obligados a extraer cientos de kilos de hule crudo cada pocas semanas, bajo amenaza de ver a sus familias torturadas y asesinadas o perder una extremidad corporal en castigo. Más de un millón de gentes murieron durante este holocausto olvidado, mientras que millones más fueron mutiladas. ¿Qué impulsó esta locura? La creciente demanda de hule en Europa y Estados Unidos de América. ¿Y que impulsó la demanda de hule en los mil ochocientos ochentas y mil ochocientos noventas? ¡Entre otras cosas, la bicicleta! Asà que no podemos olvidar que la bicicleta también es un aparato industrial y tiene su propia obscura historia como la mayorÃa de los aspectos del mundo moderno.
En nuestras modernas ciudades, ahorcadas por automóviles, nosotros los ciclistas somos nuevamente el vehÃculo más rápido sobre la calle. En lo personal, llevó andando mi bici casi cada dÃa desde hace treinta años. Viviendo en San Francisco, con sus famosos cerros y neblina enfriadora, me volvà un experto en utilizar el terreno a mi ventaja. Uno de los placeres escondidos del ciclismo urbano es cómo te revela los secretos olvidados bajo el pavimento. Cuando estás rodando cuesta abajo, te estás aproximando a aluviones históricos que pre-datan la urbanización. Cuando estás pedaleando cuesta arriba, estás dejando atrás aquellos riachuelos y arroyos. En San Francisco el ciclista intrépido de los mil novecientos ochentas–pionero para los muchos miles que empezaron a pedalear desde entonces–estableció muchas de las rutas que ahora son comúnmente utilizadas para evitar subidas empinadas. Un famoso camino se llama The Wiggle o El Meneo por la forma en que vamos meneando por un antiguo caudal, evitando las escaladas empinadas para andar de un barrio a otro mucho más elevado.
En aquellos años pasados, el ciclismo era una experiencia mayoritariamente solitaria. Uno podÃa andar por muchas cuadras y ver a uno o dos otros ciclistas. Hoy es común encontrar diez a veinte ciclistas amontonados en cada luz roja sobre Market Street, la calle principal de la ciudad. Algunos barrios tienen tanta gente sobre bicicletas que ahora nos empezamos a preocupar de colisiones bicicleta contra bicicleta en las intersecciones.
¿Cómo se convirtió San Francisco en tal capital del ciclismo? ¿Cómo ha logrado convertirse en un pueblo bicicletero? Considerando sus montes altos y clima ventoso, a primera vista, no es una ubicación obvia para el ciclismo urbano intenso. Pero algunas docenas de nosotros lentamente avanzamos la causa, principalmente ejercitando nuestro derecho a la calle por medio del ciclismo diario. A finales de los ochenta, los mensajeros sobre bici se convirtieron en una subcultura de la clase trabajadora de la ciudad. Se estilizaron como rebeldes y proscritos y claramente rechazaban vidas laborales “normales” a favor de la relativa libertad de las calles de la ciudad. Los mensajeros fueron una población visible de ciclistas diarios que ofrecÃan una alternativa a los ciclistas cubiertos de spandex y equipo caro y a los ciclistas de carrera, quienes representaban al ciclismo como algo solo para nerds o consumidores adinerados de ciclismo chic.
¡En este momento, quiero interrumpir porque mi esposa, Adriana Camarena, me recuerda con frecuencia que México tiene una magnifica tradición de trabajadores sobre dos o tres ruedas! Por más de cien años, los ciclistas han transportado garrafones de agua, flores, pan, periódico, correo, telegramas, pedidos de farmacia y de comida hasta las casas! ¡Hasta el afilador de cuchillos trabaja sobre su bicicleta! No todo se perdió con el ingreso del automóvil.
En Estados Unidos a penas en los noventas empezamos a recuperar el lugar del trabajador urbano en bicicleta. Al mismo tiempo, los ecologistas y activistas urbanos volteaban su atención a la bicicleta por otras razones. Era una elección de tránsito demostrablemente mucho más ecológica. Ahorraba dinero que de otra forma era gastado en autos, gasolina, estacionamiento, seguros, o tránsito público. Pero, la razón más importante, que es difÃcil de percibir hasta que uno le da oportunidad a la bicicleta, ¡es que uno se siente muy, muy bien! Ejercitar el cuerpo es importante, pero los beneficios sorpresivos de la bicicleta son sociales tanto como fÃsicos. En lugar de estar atrapado en una caja de metal con propaganda comercial brotando del radio, el ciclista es libre para moverse dentro y fuera del tráfico, escuchando a la ciudad entera, encontrando amigos, aprendiendo sobre la verdad de la vida diaria mediante una experiencia directa en lugar de por medio de audio editado. Cuando ves a un amigo en la calle, en lugar de intentar frenéticamente de encontrar un lugar donde estacionar tú auto, o saludar desde la ventana de un autobús o tren ligero, en la bicicleta simplemente te orillas en el momento.
Asà se encontraron los ciclistas, los unos a los otros. De conversaciones y encuentros mucha gente empezó a expresar un creciente interés en utilizar la bici para movimientos polÃticos. A finales de los ochenta en San Francisco, los mensajeros andaban en grandes cÃrculos alrededor de la AlcaldÃa para protestar los esfuerzos de regular su cultura anárquica. En mil novecientos noventa, en el DÃa de la Tierra, la organización Bay Area Bike Action organizó una bicicleteada por el parque Golden Gate, demandando parques en lugar de parqueaderos de auto. Antes de enero de mil novecientos noventa y uno, cuando el primer George Bush atacó a Iraq por la invasión a Kuwait, enormes marchas anti-guerra llenaron las calles de San Francisco en varias ocasiones. Cuando el bombardeo inició, decenas de ciclistas recorrieron por encima de cien kilómetros de la costa en protesta, mientras que otras docenas de ciclistas se aparecieron en las calles a protestar, funcionando como avanzada para los protestantes a pie. ¡Las bicis y la polÃtica estaban en el aire!
Perdida en la neblina de innumerables conversaciones lubricadas con cerveza entre decenas de ciclistas entre mil novecientos noventa a mil novecientos noventa y dos, la idea empezó a concretarse: llenemos la calle con bicicletas y, al hacerlo, desplacemos al tráfico motorizado. Al mismo tiempo, la Coalición de Bicicleta de San Francisco surgÃa lentamente de las cenizas de su previo colapso a inicios de los ochentas [80s]. A mediados de mil novecientos noventa y dos, aproximadamente diez a veinte ciclistas se reunÃan como la Coalición de Bicicleta en la parte trasera de un restaurante de comida China. En ese momento, no tenÃan oficina, ni tenÃan personal asalariado o miembros de paga. (¡Por contraste, hoy, unos diecisiete años después, la Coalición de Bici tiene una decena de empleados, más de diez mil miembros que pagan cuotas, y una oficina de último piso en el centro de la ciudad, con un presupuesto de alrededor de medio millón de dólares por año!)
En agosto de mil novecientos noventa y dos, en una reunión de la Coalición de Bici, propuse que deberÃamos empezar un “paseo de regreso a casa” el último viernes de septiembre. Con cautela aceptaron la idea, pero al dÃa siguiente me llamaron para asegurarse de que la Coalición no estaba oficialmente respaldando el nuevo paseo. Eso estaba bien, dado que la docena de nosotros que estábamos detrás de la propuesta no querÃamos respaldo oficial tampoco. ¡Ésto serÃa una “coincidencia organizada”!
Sorprende pensar que han pasado diecisiete años desde el primer Commute Clot o “Coágulo de Tránsito” que reunió a cuarenta y ocho ciclistas en la Plaza “Pee Wee” Herman al pie de Market Street en San Francisco. Dentro de unos pocos meses se habÃa ganado el sobrenombre de Critical Mass o “Masa CrÃtica” y la emoción y la euforia y pura novedad de una calle llena de bicicletas en lugar de autos se reprodujo rápidamente a través del planeta.
Hay sitios de internet al montón documentando Masas CrÃticas en pueblos dónde quiera, desde Australia hasta Italia, Chile a Canadá. De los más de cuatrocientos lugares en dónde se han dado paseos de Masa CrÃtica, cientos continúan ocurriendo cada mes. A finales de Mayo en los últimos años, se organiza una Masa CrÃtica Interplanetaria en Roma, Italia, atrayendo a varios miles de ciclistas de alrededor de Italia y el mundo. En abril y septiembre, Budapest, HungrÃa organiza sus paseos bi-anuales de Masa CrÃtica, ¡alcanzando alrededor de cincuenta mil participantes en septiembre de dos mil ocho! Cientas de andadas en bicicleta ocupan las calles de las ciudades de Estados Unidos en el último viernes de cada mes, desde ciudades grandes como Chicago y Los Ãngeles, hasta barrios pequeños en ciudades al Norte como Cincinnati, Ohio; Grand Rapids, Michigan y Raleigh, Carolina del Norte. Y por supuesto miles de nosotros seguimos rodando después de todos estos años en el lugar de nacimiento, San Francisco, al juntarnos cada mes mil quinientos a tres mil ciclistas sin publicidad ni esfuerzos organizadores.
La gente que acoge el ciclismo y sale a una rodada de Masa CrÃtica viene de todos los caminos de la vida, con ingresos y situaciones de hogar ampliamente variables. No puede ser caracterizada como parte de una “clase” tal como se entiende comúnmente. Además, la gente atorada en el tráfico dentro de autos o en camiones, claramente es más similar que distinta a los ciclistas que están temporalmente alternando el ritmo de la vida urbana tomando las calles sobre una bicicleta. Sin embargo, los ciclistas de Masa CrÃtica son los practicantes más visibles de un nuevo tipo de conflicto social. El ciclismo implica una “salida asertiva” que erosiona un sistema de explotación social organizada a través de la propiedad del auto privado y la industria petrolera. Asimismo, mediante el ciclismo en centros urbanos en el corazón del Imperio, nos unimos a un movimiento creciente alrededor del mundo que esta repudiando los modelos sociales y económicos controlados por el capital multinacional e impuestos sobre nosotros sin ninguna forma de consenso democrático.
Esta toma masiva de las ciudades en enjambre por una multitud de ciclistas sin lÃderes es precisamente el tipo de lógica auto-dirigida y constructora de redes que está transformando nuestras vidas económicas. Asimismo, estas redes amenazan la estructura de gobierno, comercio y (tal como los estrategas militares más creativos empiezan a entender) también las tácticas policiacas y de guerra. Con frecuencia, la policÃa local y autoridades responden con gran frustración y confusión a la erupción de una flexibilidad táctica para la cual simplemente carecen de preparación. En forma patriarca clásica, atacan con castigo fÃsico lo mejor que pueden, tratando de reprimir lo que no pueden entender o controlar. Pero como la insurgencia en Iraq, o cualquier guerra de guerrillas, cuando un monstruo torpe ataca con clásicos estilos anticuados, estas nuevas redes, móviles y descentralizadas, simplemente desaparecen, dejando a los atacantes lanzando golpes al aire (aunque quizá de vez en cuando “pescan” a uno que otro individuo). La estructura que está amenazando al status quo se mantiene intacta ““ y con frecuencia crece más fuerte ““ justo como la Masa CrÃtica en los lugares en que ha sido atacada.
Represión Policiaca Cercana y Lejana
En julio de mil novecientos noventa y siete, la policÃa atacó a la Masa CrÃtica de San Francisco. Era un verano aburrido sin muchas novedades y el Alcalde en esos tiempos decidió buscarse un pleito con los ciclistas de la Masa CrÃtica. Anunció en junio que la rodada tendrÃa que ser más organizada, conforme a sus estándares. Sus asistentes llamaron a varios ciclistas locales, incluyéndome, y algunos eligieron atender la reunión. (Yo me negué a ir. ConocÃa su estilo, que era atraer a la gente a una negociación tras bambalinas y luego voltear los resultados en su contra.) Algunos miembros del Consejo Directivo de la Coalición de Bici local atendieron la reunión y se espantaron al dÃa siguiente cuando se anunció (falsamente) que habÃan logrado acuerdos con la Ciudad. ¡No solo era imposible que representaran la Masa CrÃtica, sino que no habÃan acordado nada en la reunión!
Cuando llego el dÃa del paseo muchos de nosotros estábamos enojados y listos para cualquier cosa. ¡Para nuestro mayor insulto, el periódico local de mayor circulación habÃa publicado la “ruta oficial” de la Masa CrÃtica, misma que habÃa sido definida por la policÃa! ¡Por contraste, nosotros publicamos un boletÃn llamando a los ciclistas a andar por doquiera! Arribamos al punto de partida y la policÃa habÃa instalado un sistema de sonido. Varios oficiales nos estaban dando la bienvenida a nuestro propio evento, incluyendo el poco popular Alcalde Brown. Lo rechiflamos, lo cual lo sorprendió y enojó. Pocos momentos después el paseo inició en medio de la rechifla y mofa al Alcalde y la policÃa. Miles de ciclistas salieron por delante mientras que detrás de nosotros, el Alcalde dio instrucciones a la policÃa de parar el paseo. Una noche loca de caos siguió, cuando cinco mil a siete mil ciclistas se separaron en grupos pequeños de trecientas a mil personas y salieron andando en distintas direcciones. La policÃa solo podÃa perseguir con impotencia, pero en gran parte, los ciclistas y automovilistas convivieron esa noche, como en la mayorÃa de los paseos de Masa CrÃtica. En algún momento, una unidad pequeña de policÃas sobre motocicleta bloquearon la calle principal (Market Street) y empezaron arrestar a unos ciclistas “por falta a la orden de dispersar”. Un oficial corpulento fue fotografiado montado sobre una pequeña mujer ciclista, con su rodilla sobre su cuello. (Después este mismo oficial reclamó haber sido asaltado por la mujer, pero cuando ella mostró la fotografÃa en corte, los cargos fueron retirados, y ella presentó cargos en contra del policÃa.) Al final de la noche, aproximadamente cien ciclistas fueron rodeados y arrestados por la simple razón de que fueron fáciles de atrapar, llevando el total de arrestos a ciento doce esa noche.
¡La próxima mañana los encabezados del periódico gritaban doscientos cincuenta arrestos, un motÃn de ciclistas en San Francisco! Esto era completamente falso, pero era difÃcil contestar en los dÃas siguientes. La mayorÃa de nosotros decidimos que la mejor estrategia era mantener un perfil bajo y dejar que se calmaran las cosas, que fue justo lo que pasó. Un hombre quien fue arrestado demandó a la ciudad por falso arresto y ganó su caso, obteniendo una compensación monetaria por las molestias que le causó la Ciudad. Nadie fue sentenciado de ningún crimen por los eventos de esa noche. Un mes después otra masa grande de ciclistas salieron y esa vez seguimos la técnica “Buen Soldado Schweik”, una idea de un autor Checo posterior a la Primera Guerra Mundial, quien describió “trabajando conforme a la regla”, cuando sigues absolutamente cada regla con exactitud. Cuando miles de ciclistas entraron a la calle, conduciéndose de manera completamente legal, andando en fila en cada carril, parándose en cada semáforo y en cada señalamiento de alto, el tráfico se paró en absoluto en San Francisco. Mostramos que podÃamos llenar las calles con bicis y que si seguÃamos sus reglas, era MUCHO peor para la ciudad y los motorizados. Después de eso, la policÃa no nos molestó mucho de nuevo. Ocasionalmente intentan dar multas punitivas, pero en gran parte andan con nosotros, obteniendo su compensación de horas extras, contentos de mirar a toda la gente guapa–mujeres y hombres”“mientras que se les paga doble.
En otras ciudades, la policÃa ha tenido mayor éxito en frenar a la Masa CrÃtica, en parte porque los ciclistas mismos no han sido tan creativos con su paseo y la lógica del mismo. En Austin, Tejas y Minneapolis, Minnesota, los departamentos policiacos han atacado y arrestado a los ciclistas de la Masa CrÃtica y con éxito han disuadido a mucha gente de participar en esas ciudades. En Portland, Oregón ““ una ciudad amistosa a la bicicleta ““ la Masa CrÃtica murió cuando la cultura fue dominada por hombres jóvenes enojados (en San Francisco les llamamos la Brigada de Testosterona) quienes creen que hay una “guerra de clases” entre autos y bicis. Se toman molestias para bloquear autos, para burlarse y provocar a los conductores automotrices, especialmente aquellos en autos caros. Los que lo hacen se sienten orgullosos y sienten que están empujando los lÃmites, pero para el resto de nosotros se ven cobardes, ¡escondiéndose detrás de la masa para escenificar dramas psicológicos paternos no resueltos!
Obviamente los objetos inanimados no tienen guerras de clase, e identificar como blanco a la gente en automóviles como el enemigo es un error polÃtico enorme. Los conductores de autos no son el enemigo, ¡sino nuestros aliados naturales! El punto de la Masa CrÃtica siempre ha sido crear un espacio invitante, festivo, que sea tan contagioso que la gente que quizá no ande mucho en bicicleta sea irresistiblemente atraÃda a intentarlo. Si lanzas nombres a las personas, tratando de hacerlas sentir culpa o vergüenza, hay poca oportunidad de que cambien su forma de pensar y más aun de que cambien su conducta. Nuestro placer es más subversivo que nuestro enojo, y es una lección difÃcil de recordar para algunas personas que se encuentran en el calor de las calles.
Uno de los mejores ejemplos que conozco viene de una mujer que conocà en Roma, Italia. Ella trabaja para la Organización Mundial de la Salud y por ahà de dos mil cinco, se encontró súbitamente atorada en tráfico de regreso a casa, temporalmente retrasada por la Masa CrÃtica. La vista de cientos de ciclistas contentos andando por la calle, le atrajo de inmediato y resolvió unirse el próximo mes, mismo que hizo. Cambio su vida el momento en que se convirtió en ciclista diaria, entendiendo mediante la Masa CrÃtica lo mucho más fácil que era andar en Roma de lo que habÃa imaginado. Más aun, convenció a una tercera parte de sus compañeros de trabajo a cambiar al ciclismo; es asà que su oficina se convirtió en un gran ejemplo de los “resultados” relativamente invisibles que tiene la Masa CrÃtica para cambiar conductas.
En Nueva York en dos mil cuatro durante la Convención Nacional Republicana, una inmensa Masa CrÃtica fue atacada por la policÃa neoyorquina, misma que se pasó los siguientes tres años tratando de parar la Masa CrÃtica, criminalizando el ciclismo, tomando y mandando al corralón miles de bicicletas y usó la campaña entera para escribir nuevas reglas de libertades de expresión y reunión, violando las protecciones constitucionales. Afortunadamente fueron derrotados en gran parte por una combinación de activistas, ciclistas y abogados progresivos que defendieron los derechos civiles a lo largo de esos años.
Es fácil olvidar que una de las mejores cosas de la Masa CrÃtica es que junta a cientos y miles de nosotros en la calle, dónde las reglas y la etiqueta no siempre son claras. Eso significa que nosotros tenemos que resolver los problemas, según surjan, hablando los unos con los otros, arreglando las cosas bajo la presión del momento y obteniendo una práctica polÃtica importante en auto-organización y auto-definición. En los Estados Unidos, durante las últimas dos décadas, una seria Guerra de Cultura definió a la sociedad. De un lado, están los Cristianos fundamentalistas de derecha, quienes crecieron en audacia por intentar de controlar la conducta del resto de la sociedad. Del otro lado, hay millones de personas que creen en altos niveles de libertad y tolerancia personal y en la Masa CrÃtica puedes encontrar a algunos de los más enardecidos y articulados entre ellos, andando sus bicicletas. Desafortunadamente, la policÃa con frecuencia es influenciada en gran parte por la derecha de la Guerra de Cultura e individualmente muchos oficiales han decidido alzar el precio de participación en el paseo mediante la imposición de multas, arrestando ciclistas y ocasionalmente atacándolos. (No hace mucho, un oficial de policÃa de tercera generación, de tan solo 23 años, se paró en una calle de Nueva York mientras que ciclistas de Masa CrÃtica fluÃan por sus ambos costados. De repente se abalanzó sobre un ciclista llevándolo al suelo, y gracias a un video de un turista, este hecho se convirtió en una sensación de YouTube. Sorpresivamente fue suspendido de sus rondas de calle, pero su conducta es indicativa de las actitudes de la policÃa de Nueva York y en otras partes.)
Una Vida Pública en Común
Lo más importante de la Masa CrÃtica y por extensión del ciclismo no es el instrumento o su aplicación, pero como cambia la textura de la vida urbana. Cuando cientos y miles de ciclistas toman las calles para un uso convival y festivo del espacio público, la mayorÃa de las expectativas y reglas del capitalismo moderno son retadas. Las conductas individuales escapan la lógica de vender y comprar, si por lo menos unas cuantas horas. No tienes que comprar nada para participar en la Masa CrÃtica, ni un objeto ni un servicio, ni una ideologÃa más allá del deseo de participar en la vida pública sobre dos ruedas. Una vez juntos en la calle, conexiones inesperadas surgen, eventos no planeados toman lugar y relaciones serendipidas inician. Distinto a un paseo al centro comercial o al supermercado, las conversaciones no están cargadas con la lógica de transacciones, precios y medidas. Es un intercambio gratuito entre gente libre.
La experiencia altera inmediatamente el sentido de uno sobre la vida en ciudad, y aún más importante, cambia nuestra imaginación colectiva en formas que apenas empezamos a comprender. Muchos ciclistas que he conocido a lo largo de los años, se han empleado en planeación urbana, diseño de paisaje, planeación de transporte, etcétera. Muchos de ellos, inspirados por su Masa CrÃtica y sus experiencias de ciclismo tienen la determinación de reorganizar las calles y las plazas para revivir una vida pública perdida a la dominación del mercado. En la mayorÃa de las ciudades de Estados Unidos se están dando esfuerzos para reconectar a sus habitantes con la naturaleza bajo el pavimento, ya sea rejuveneciendo caudales locales, abriendo zonas peatonales donde antes los automóviles dominaban o sosteniendo festivales que reclaman las calles para la celebración pública.
Los activistas del ciclismo y de la planeación urbana sueñan con rediseñar las calles para cambiar los patrones actuales, y de seguro, esta es una importante contribución. En Copenhague, Dinamarca empezaron a poner caminos entre las banquetas y los carriles de auto desde mediados de los sesentas y hoy, casi medio siglo después, ¡casi cuarenta por ciento de todos los viajes diarios dentro de Copenhague son por bicicleta, sea que tengas ocho u ochenta y ocho años! Bogotá, Colombia ha construido una extensa red de caminos para bicicleta y está teniendo un gran efecto sobre la vida diaria, al permitir que miles de más gentes pedaleen de sitio a sitio, y los niños y los ancianos se pueden mover con facilidad por la ciudad.
La mayor parte de la gente, especialmente en Estados Unidos, ha perdido su sentido de comunidad durante la generación pasada. Comunidades y familias han sido hechas pedazos por la modernización capitalista descontrolada, un proceso que destruye lugares de trabajo y vecindarios para establecer nuevas condiciones de ganancia. Pero estos mismos procesos nos dejan sintiéndonos más aislados y separados los unos de los otros que en cualquier otro momento en la historia. Mientras antes conocÃamos a nuestros vecinos y compañeros de trabajo, ahora trabajas con gente por algunas semanas o meses, quizá un año o dos, antes de que tú o ellos renuncien o sean despedidos. La incesante recreación de las ciudades significa que las vecindarios con redes sociales por tanto tiempo intactas han sido demolidas para hacer lugar para nuevas industrias, nuevos centros comerciales, estadios de fútbol, etcétera. Amigos son obligados a mudarse de lugar cuando cada familia intenta manejar el desplazamiento por su propia cuenta. Las familias son separadas por la presión económica, por la promesa de algo mejor en alguna otra parte y por el incesante acelere de la vida diaria que nos afecta a todos. Estos dÃas en Estados Unidos nadie toca a la puerta de un amigo para ver si están para hacerles una visita social. ¡Nos enviamos cinco correos electrónicos y hacemos diez llamadas para ver si podemos acordar alguna hora para compartir el café o el té! ¡Esta es una locura masiva!
La Masa CrÃtica, los caminos de bicicleta, las nuevas zonas peatonales y la restauración de los arroyos y las charcas a sus caudales naturales son buenos comienzos, pero una transformación más profunda yace escondida bajo estas ideas. Tenemos que romper la dictadura de la “eficiencia” económica, que en la turbulencia de la actual crisis se ha vuelto transparentemente ineficiente. Lo que es bueno para el negocio ha sido malo para la gente, para comunidades y para la ecologÃa del planeta. Los esfuerzos para moverse hacia una buena vida considerando todo lo que implica el ciclismo es solo un comienzo. Reclamar nuestro medio de transporte sobre la base de tecnologÃas locales, auto-propulsadas, social y ecológicamente conscientes, es un gran inicio. Pero, tenemos que aplicar esa sensibilidad al todo de la vida. ¿Por qué hacemos lo que hacemos? ¿Qué trabajo vale la pena hacer? ¿Cómo creamos una buena vida para todos, mientras que aseguramos la sanidad ecológica al mismo tiempo? ¿Qué tecnologÃas podemos trabajar? ¿Cuáles debemos reducir y eventualmente desechar? ¿Por qué están tan ausentes estas preguntas de nuestra vida pública?
En la Masa CrÃtica, sobre bicicletas, finalmente las empezamos a preguntar. Las respuestas aun están por delante, pero por lo menos las ideas están emergiendo en este momento histórico, cuando tantas cosas están cambiando tan rápido.
Gracias por invitarme y gracias por su atención y lo siento por mi pinche gringo español.
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