Aqui is mi discurso de la Charla Magistral del domingo, el 25 de febrero a la Forum Mundial de Bicicleta en Lima, Peru.
Lo Común Público Bicicletero
Lo Común Público Bicicletero es un concepto curioso. En general, cuando hablamos de ‘lo público común’, nos referimos a una tierra utilizada y cuidada en común por un grupo de personas. Pero los bienes comunes prosperan sobre la base de la cultura que los sostiene: Es decir, una cultura que busca el buen manejo de los recursos comúnes para satisfacer el bien común mayor. De manera similar, lo Común Público Bicicletero no solo se refiere al acceso a una tierra o paisaje específico, sino también a un estado mental y experiencias compartidas. Es asi, que lo que aníma la noción de un Común Público Bicicletero es que muchas personas, que han elegido andar en bicicleta en las ciudades, sienten que son parte de un espacio cultural público común.
Permítanme explicar este concepto a través de la historia y experiencia de la Masa Crítica.
Al igual que los bienes comunes originales que estaban abiertos a todos, la Masa Crítica se abrió para que cualquier persona se uniera. Casi por accidente, el espacio abierto por ciclistas atrajo a miles de nuevos participantes que, al ingresar en este inesperado evento social, experimentaron directamente el nuevo Común Público Bicicletero. Cuando cientos y miles de ciclistas tomaron las calles para un uso agradable y festivo del espacio público, muchas de las expectativas y reglas de la sociedad capitalista moderna fueron desafíadas, al menos implícitamente. Fue un intercambio libre entre personas libres. La experiencia alteró el sentido de la vida de la ciudad de inmediato y, lo que es más importante, cambió las imaginaciones colectivas de maneras que solo comenzamos a comprender.
Los ciclistas de la Masa Crítica se encontraron practicantes de un nuevo tipo de conflicto social. Al pedalear en los centros urbanos, los maseros repudiaran los modelos sociales y económicos controlados por el capital multinacional y los modos de vida que se habían impuesto sin ninguna forma de consentimiento democrático. Esta toma masíva de calles por una muchedumbre de ciclistas “sin líderes” fue precisamente el tipo de lógica de autogestión y trabajo en red que ha estado transformando nuestras vidas económicas y amenazando la estructura del gobierno, los negocios y hasta las estratégias militares.
Para 1994 había muchas Masas Críticas alrededor del mundo, pero aún más interesante era que muchas personas comenzaban a andar en bicicleta de forma diaria, abrir talleres de bicicleta, grupos de ballet en bicicleta, circos en bicicleta, paseos nocturnos, bicitaxis y producían un sinfín de revistas, sombreros, pegatinas, carteles, botones y una notable profusión de expresiones creativas relacionadas con la bicicleta. Hoy dia, cientos de miles de personas andan en bicicleta todos los días en lugar de conducir automóviles. Desde aproximadamente 1990, el mundo pasó de su aferramiento a los automóviles del siglo veinte hacia un enfoque multimodal del transporte urbano que destaca el ciclismo y la caminata, complementado por el transporte público. Sin duda, todavía hay fuertes fuerzas políticas y económicas que ponen resistencia a esta transición, especialmente dado el papel central de las industrias del automóvil y del petróleo en la mayoría de las economías nacionales. Pero, literalmente, millones de ciudadanos en todo el mundo están “votando” directamente a favor del cambio al subirse a las bicicletas. Este es un sorprendente resultado de una lenta decisión colectiva de cambiar la vida que comenzó en un lugar pequeño, luego se extendió a otros lugares y finalmente llevó a millones de personas en cientas de ciudades del mundo a cambiar su comportamiento cotidiano.
En San Francisco, mi ciudad, el ciclismo también ha crecido desde principios de la década de 1990. Hemos tenido un enorme aumento en los viajes diarios en bicicleta durante este periodo, pero a medida que el ciclismo se ha normalizado, lo que una vez fue una cultura dinámica de ciclismo se ha desintegrado en gran medida. La Masa Crítica todavía rueda cada mes, pero ha pasado bastante tiempo desde que la creí mágica o inspiradora. En general, es un viaje muy predecible y bastante aburrido en estos días, sin mucha conversación o discusión.
Al igual que todas las movilizaciones sociales exitosas, la Masa Crítica alteró la dirección de las políticas públicas. Después de años de la toma mensual de las calles por parte de cientos y luego miles de ciclistas, los líderes de la ciudad comenzaron a construir carriles para bicicletas, instalar estacionamientos de bicicletas y adoptar un programa público de bicicletas. En la medida en que algunas de las demandas y expectativas más urgentes de la Masa Crítica fueran satisfechas por el estado y sus funcionarios, lo Común Público Bicicletero comenzó a perder fuerza de oposición. A medida que el gobierno lentamente comenzó a hacer cambios en la infraestructura de la vida moderna, lo Común Bicicletero fue incapaz de mantenerse como un socio de los burócratas del estado. Los planificadores implementaron cambios e ignoraron cualquier habilidad de la cultura para gobernarse a sí misma y tomar sus propias decisiones fuera de las estructuras estatales. Los ciclistas aceptaron la infraestructura de bicicletas que estaba emergiendo, con diversos grados de entusiasmo, pero aquellos que tenían una visión radical de los cambios mucho más profundos que surgían de lo Común Público Bicicletero se encontraron aislados. Algunas calles y aceras han cambiado, pero la sociedad que originalmente impuso automóviles privados y la dependencia del petróleo no ha cambiado en absoluto, y el predominio de los automóviles y el petróleo tampoco se ha erosionado mucho.
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A la par del resurgimiento del movimiento ciclista urbano, una transformación más profunda ha estado en marcha durante varias décadas en nuestras ciudades. Los centros urbanos que fueron abandonados durante la cúspide de los automóviles y la suburbanización se han convertido nuevamente en los lugares más deseables para la clase media. La nueva generación de jóvenes profesionales urbanos quiere más espacio público, mejor transporte público y más espacios para andar en bicicleta y caminar. Pero estos deseos han sido cooptados por el mercado capitalista. Las llamadas empresas de “economía colaborativa” como Uber, Lyft y AirBnB se ocultan en la retórica de los Bienes Comunes, pero han cooptado estos deseos para diseñar un mercado brutal de micro-alquileres, sometiendo cada espacio desocupado de un automóvil o hogar a la posible venta. Peor aún, estos cambios se han llevado a cabo principalmente en los barrios urbanos que habían servido como refugios seguros para los pobres y la clase media trabajadora.
En San Francisco, vivo en el barrio de la Misión. La Misión ha sido un barrio de clase trabajadora durante casi un siglo /y/ de inmigrantes latinoamericanos desde hace medio siglo, pero en la última década ha sucumbido a una oleada de gentrificación alimentada por la riqueza del Silicon Valley. Los ingenieros de este cambio han sido especuladores de bienes raíces que han comercializado cuidadosamente al barrio precisamente por sus cualidades de autenticidad, accesibilidad y vivacidad, que los professionales recién llegados están buscando. Las oleadas de artistas, queers, punks y otros que le dieron sabor al vecindario, junto con la clase trabajadora ‘latina’ original, están siendo reemplazados por empleados poco interesantes y confundidos, pero muy bien pagados, de las industrias tecnológicas, médicas y financieras.
Irónicamente, ahora que se ha deshilado la cultura de la Masa Crítica y el sentido de lo Común Público Bicicletero, San Francisco se ha vuelto la ciudad más congestionada por tráfico en los EEUU, debido a la insidiosa gentrificación y la llegada de los Ubers, Lyfts y otros servicios de auto rentado. Estos nuevos servicios de taxi transfieren la carga de proveer transporte público accesible a conductores particulares explotados y endeudados por sus automóviles. En San Francisco han agregado diez a veinte mil autos a las calles de la ciudad. Encima de todo, son precisamente estos nuevos servicios de taxi que constantemente invaden los carriles de bicicleta que tanto trabajo nos ha costado establecer.
En la Misión, hay una organización de los latinos de la clase trabajadora que se llama PODER, misma que se dedica a luchar por los derechos económicos y medioambientales. No es sorprendente entonces que es aquí donde se ha formado un grupo de jóvenes en bicicleta llamado Bicis del Pueblo. Son el mejor y puede ser el último ejemplo de una cultura bicicletera independiente y politizada en San Francisco. El grupo organiza talleres mensuales de construcción de bicicletas, paseos organizados en grupo y más, para dar servicio a sus vecinos y familias en el sur de San Francisco. La agenda de Bicis del Pueblo no es sólo ecológica o para un mejor diseño urbano, sino también está basada en el deseo de expandir la justicia social.
Por cierto, les mandan saludos vía video:
[PLAY VIDEO]
En Los Ángeles hay un otro ejemplo: las Ovarian Psychos o las Psico-Ováricas son una banda de ciclistas mujeres que están empujando los límites de la exclusión racial y de género en la escena de las bicicletas. Para ellas, las bicicletas continúan brindando un medio para que los grupos sociales afirmen su independencia, su oposición a la cultura dominante patriarcal y promulguen una agenda parcial de transformación urbana.
Les doy estos dos ejemplos de mis tierras californianas, porque debemos estar atentos a los procesos que deshilan nuestro recurso más preciado: lo Público Común Bicicletero, que por lo menos, en sus inicios, busca ampliar y no restringir el acceso a una mejor calidad de vida para todos. Al avanzar nuestras agendas ciclistas debemos oponernos a los intereses de las industrias inmobiliarias, los políticos y los empresarios que prefieren promover al ciclismo como simplemente transporte sin fines políticos.
La solidaridad social se ha desgarrado en las sociedades en todas partes por las terribles consecuencias del capitalismo neoliberal y la austeridad, y nuestra aparente impotencia ante el cambio climático global. Pero un nuevo tipo de solidaridad—implicito en lo Común Público Bicicletero—ha ayudado a muchos a encontrar una conexión notablemente alegre con sus hermanas y hermanos ciclistas. Lo curioso es que esta “solidaridad de la cultura ciclista” ha sido en gran medida un fenómeno de clase media y media-alta. La nueva cultura de la bicicleta se ha arraigado entre las partes de la población que quizás estaban más separadas del tipo de solidaridad cotidiana que siempre ha sido el sello distintivo de las comunidades más pobres. Las personas que han sufrido pobreza o están demasiado lejos de las ciudades modernizadas son aquellas cuya solidaridad humana siempre ha sido más resistente. Han sabido cómo construir vínculos sociales y comunidades orgánicas fuera de la lógica de un sistema económico que reduce toda interacción al comercio y las transacciones. Nosotros que hemos participado en el Común Público Bicicletero manifestado en la Masa Crítica y sus espacios relacionados tenemos mucho aún que aprender de lo común público creado por comunidades empobrecidas y resilientes. Si hay un futuro para lo Común Público Bicicletero, parece que será en base a ampliar la inclusión. Por lo menos, hay que ampliar el reconocimiento de lo Común Público Bicicletero existente en otras comunidades, que no han sido atraídas o se sienten excluidas por la cultura clase mediera que tipifica los movimientos bicicleteros urbanos. Por ejemplo, podemos mirar hacia los llamados “pueblos bicicleteros” para imaginar un mejor futuro donde la modernización no ha arrasado todo. Donde sobrevivan ecosistemas saludables, formas tradicionales de vivir, la diversidad cultural, y la memoria.
Lo Común Público Bicicletero estalló en la conciencia pública hace 25 años, principalmente a través del placer contagioso que el fenómeno de la Masa Crítica ayudó a difundir en todo el mundo, y la apertura del espacio público olvidado de nuestras vías compartidas. Pero lo Común Público Bicicletero como fuerza de animación se reduce cuando la bicicleta es simplemente un dispositivo práctico, simplemente una forma de moverse o un objeto de comercialización o regulación. El ciclismo puede fusionarse con una agenda más expansiva que desafía:
- la lógica del crecimiento incesante,
- un mundo basado en la mercantilización de los humanos y su creatividad,
- la reducción de la naturaleza a “recursos” sujetos a regulaciones burocráticas, y
- la discriminación en base a raza, edad, genero, y riqueza, entre otras cosas.
Cuando eso ocurre, entonces puede prosperar un Común Público Bicicletero.
Lo Común Público Bicicletero promueve la elección conjunta de producir una forma diferente de moverse y por lo tanto una forma diferente de vivir. Una agenda más profunda acecha dentro de nuestras ruedas giratorias, pero puede desaparecer con bastante facilidad si nos ceñimos a la agenda estrecha de aquellos que no pueden distinguir el bosque de los árboles, que no pueden ver que andar en bicicleta es solo una puerta a una transformación mucho más grande de cómo forjamos la vida juntos.
Gracias por su atención.
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